jueves, 5 de diciembre de 2013

Mensaje urgente a Nicolás Maduro

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Un día, allá en Caracas, tuve el alto honor de que varios de ustedes escucharan mis palabras, salidas de lo más profundo de mi corazón. No hablé en nombre de nadie, ni representaba a nadie. Simplemente lo hacía como un latinoamericano más. Me encontraba conmocionado de estar allí, abrazándolos como camaradas y tener la enorme oportunidad, gracias a la sabiduría de la vejez y de haber batallado en las entrañas del monstruo, para ofrecerles mis más humildes consejos.

Ha pasado un tiempo y mi estancia allá ha dejado de ser un secreto. Encontré en ti, Nicolás, a un hombre pleno, incapaz todavía de medir las enormes responsabilidades que caerían sobre ti y el reto enorme de continuar la obra maravillosa  de Chávez. Por ello, cuando te abracé, te dije: "No imaginas el rol que te tocará jugar por Venezuela". Luego les dije a varios de tus compañeros: "Antes de irse a dormir, dediquen unos minutos a mirarse en el espejo, con total transparencia, y pregúntense honestamente, ¿estoy satisfecho por lo que he hecho hoy por Chávez y mi Revolución?" Lo hice, porque eso es lo que debe hacer cada revolucionario verdadero, evaluarse a sí mismo con total honestidad, ser su más duro crítico antes que todo.

A pesar de tu juventud me llevé un grato recuerdo de ti. Sabía, de antemano que sabrías cumplir el reto, aunque te tocara seguir los pasos de un hombre insustituible y excepcional, de la dimensión que solo he visto en el Che y en Fidel. Chávez es único y pervive así en cada uno de nuestros corazones. Es alguien que no se puede imitar o sustituir enteramente, pero sí seguir lo valioso de su ejemplo y su manera de ver el destino de la Patria. Es alguien sobre el que nunca se hablará en pasado.

Te ha tocado lidiar con grandes confrontaciones y en casi todas has salido airoso. En otras, para ser justo, ha faltado algo, por pequeño que sea.  Sabía que sobre ti caería el más despiadado ataque mediático de nuestros enemigos y muchos de ellos albergarían el absurdo y criminal sueño de atentar contra tu vida y la de tus camaradas. Has ido aprendiendo el valor de la unidad y de dirigir colectivamente, pero siempre junto al pueblo, cercano a él, porque de él hemos surgido y nunca hemos de darle la espalda. Creo que aún queda mucho por hacer para lograr la verdadera unidad que Venezuela necesita de sus hombres más dignos. Unidad que tratan de vulnerar nuestros enemigos y que -en ocasiones-, nosotros mismos vulneramos al no valorar que nuestra lucha ha de ser -primeramente-, inclusiva, lo que supone unirnos con la gente honesta y sincera que, aunque tenga diferentes apreciaciones de la realidad, persiguen nuestros mismos fines. A fuer de ser sincero, aún nos falta un buen trecho para que esa unidad sea tan sólida como lo necesita Venezuela. ¡Apartemos el individualismo, el nepotismo, el amiguismo, las corruptelas, los viejos vicios que minan la pureza de las convicciones, toda aquella brecha que regalamos al enemigo, al no escuchar el sentir y la opinión de nuestros militantes y del pueblo, incluso de esa parte del pueblo, confundido por el discurso mediático de la derecha, para lograr esa ansiada unidad!

Creo que el combate contra los oportunistas, los que se han subido a tu autobús para corromper la pureza de la Revolución, no debe ser una simple campaña. Hay que tocar fondo, sin importarnos la cabeza que deba de caer. No existe Revolución perfecta, lo sé, pero es nuestra tarea acercarla a la perfección. Por ello cada cuadro debe estar realmente comprometido con el hermoso legado de Chávez, con su honestidad. Un día Fidel dijo ante el pueblo cubano que nuestros hijos debían parecerse al Che. Hoy te confieso que uno de los grandes méritos de Chávez no fue solo dejarnos un legado político, sino también una forma de ser, una forma de actuar y sentir. Por ello, si queremos saber cómo han de ser los verdaderos revolucionarios del mundo, podemos decir hoy, sin equivocarnos, ¡Que sean como Chávez y el Che! Decir "Yo soy Chávez o somos los hijos de Chávez", hoy por hoy, es correr el riesgo de convertir nuestras consignas  en un slogan viciado por una rutina, si no somos capaces de ser, realmente, como él, sinceramente como él.

Nuevas batallas se avecinan y tengo la confianza de que los revolucionarios bolivarianos sabrán salir airosos en ellas. Nunca pierdas de vista, lo repito, el valor de la unidad, de la organización de cada acción que realicemos, el valor de escuchar al pueblo, quien siempre será nuestro mejor juez.

¡Sacude la mata, Nicolás! No es, sinceramente, tiempo para quintacolumnistas, ni corruptos, seudo revolucionarios, oportunistas y acomodados. El enemigo está allí. A diferencia de los cubanos, tienes a Miami dentro de Venezuela y esa derecha actúa solapadamente entre nuestras filas comprando voluntades, corrompiendo a nuestros cuadros, propalando rumores, confundiendo a nuestros ciudadanos, desarrollando la más refinada subversión, creando caos, fabricando problemas sociales, con las artes malévolas que solo pueden salir de la vasta experiencia de la CIA.

Aplaudo la mano dura con la que enfrentas a la criminal guerra económica dirigida contra tu pueblo, más que contra tu gobernabilidad. Mantente vigilante en todos los frentes, pues el enemigo ha articulado planes diversos para caotizar a tu bella nación. He conocido al enemigo durante  casi toda mi vida y sé de lo que es capaz, aún más cuando ustedes le han propinado fuertes derrotas, tanto en el campo electoral, como con la verdad de Perogrullo que es la obra misma del hacer cotidiano a favor del pueblo.

Estoy convencido, a pesar de las dificultades, de que el 8D será otro día de victorias. Se lo debemos a Chávez y a todos aquellos pueblos que ven hoy a Venezuela como su invicta bandera.

Por mi parte les envío a todos el más fuerte abrazo revolucionario y te ratifico, como te lo dije aquella vez, que Venezuela tiene en mí al más fiel de sus soldados. Pelearé a vuestro lado, de ser necesario, con la misma entrega con la que lo he hecho por mi amado y entrañable pueblo cubano.

¡Hasta la Victoria Siempre!

Percy Francisco Alvarado Godoy

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